eDrugs: Las drogas auditivas en la era digital

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Según el Diccionario de la Lengua Española, una droga –segunda acepción– es Cualquier sustancia o preparado medicamentoso de efecto estimulante, deprimente, narcótico o alucinógeno.  La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que es un término de uso variado, que relacionado con la farmacología es toda sustancia química que modifica los procesos fisiológicos y bioquímicos de los tejidos o los organismos. Las drogas digitales o sonoras se obtienen mediante el uso de software y audifonos en forma de dosis que generan una sensación tridimencional en el cerebro, lo que puede llegar a modular la exitación del sistema nervioso autónomo. Esta ilusión auditiva se basa en los llamados pulsos binaurales, descubiertos en 1839 por Heinrich Wilhelm Dove, los que se producen al escuchar dos sonidos de forma dicótica –uno en cada oído– y a diferente frecuencia.

Los pulsos binaurales fueron relacionados por Robert Monroe en 1985 con la capacidad de concentración. En 1994 el profesor de Psicología Chock C. Hiew logró demostrar la relación de ciertos pulsos binaurales con la creatividad, resultados que llevarían a crear un producto comercializado en CD de patrones de audio bajo la marca Hemi-Sync.

En el año 2007 fue lanzada la aplicación I-Doser, ofreciendo al público una forma segura y efectiva de ayudar a lograr un estado de animo o experiencia simulada. El producto es vendido en forma de dosis de sonidos binaurales diseñados para ayudar a controlar las emociones y estados de ánimo. La plataforma cuenta con millones de usuarios en todo el mundo.

Otro tipo de droga  digital se menciona en un artículo del año 2008 en relación a la plataforma  Second Life , un metaverso lanzado en el 2003 mediante el cual los usuarios interactuan en un mundo virtual, estableciendo relaciones sociales y participando en actividades individuales o en grupo.  El nombre de la droga Virta-Flaneurazine funciona mediante un programa que permite modificar las experiencias gráficas y visuales de los usuarios durante la navegación en el mundo de Second Life.

Desde el punto de vista científico no se ha confirmado que los pulsos binaurales puedan producir un estado alterado de conciencia o afectar el funcionamiento del cerebro. Los expertos en neurociencias afirman que se trata más bien de un efecto placebo en ciertos consumidores. Lo que dificilmente se puede negar es que la música es un estimulante capaz  de crear sensaciones de todo tipo, su utilización para fines terapeuticos musicoterapia– se remonta a muchos siglos en la historia.  El debate sobre las drogas digitales y sus efectos es un tema abierto, fue parte de la sexta edición del International Conference of Sport Versus Crime donde se presentaron argumentos a favor y en contra. Uno de los puntos preocupantes es la facilidad de acceso a los productos digitales y que debido a la incertidumbre de si son o no adictivos, no existe legislación preventiva, pero otros alegan que no tiene sentido luchar contra algo que no existe. Un área de reciente interes en la educación es el uso de estos productos tecnológicos por parte de niños y adolecentes, las generaciones que viven en la tecnología. En su libro SEXTE@R, el guatemalteco Clemente de Leon explica que Los adolecentes consumen drogas auditivas mientras hacen las tareas, cuando se van a dormir, en el baño, etc., agrega que al igual que las drogas convencionales, las auditivas tienen consecuencias peligrosas para la salud, como mareos, migraña, pérdida del apetito y desorientación… también provocan lesiones permantes en el oído.

La tecnología avanza de forma sorprendente, la virtualización es un campo que presenta muchas oportunidades, pero a la  vez existen dudas y temores sobre los efectos negativos para la salud y el bienestar social. Los científicos dudan que los pulsos binaurales puedan ser catalogados como drogas, sin embargo, desde la perspectiva de las adicciones digitales es posible relacionarlos con la paradoja de que algo beneficioso –como la tecnología- , utilizado de forma descontrolada o excesiva llegue a convertirse en un serio problema personal, familiar, profesional y de salud.

Bibliografía

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